Los sellos de certificación ayudan a promocionar los productos agroalimentarios autóctonos y artesanos de manera segura y fiable, impulsando la industria agroalimentaria y revalorizando el potencial endógeno. Es necesario potenciarlos y aprovechar el progresivo incremento de la población urbana de mayor capacidad adquisitiva dispuesta a pagar un precio mayor por productos con estos distintivos, contribuyendo, vía precios, a que los bienes y servicios que prestan los espacios rurales queden compensados, recuperando y ampliando el principio de que “el que conserva cobra” (Tolón, 2008).
En la actualidad los productos certificados o de calidad diferenciada constituyen una herramienta importante para alcanzar un desarrollo sostenible en los espacios rurales, a través de la consecución de los principios del Desarrollo Rural.
En primer lugar, ayudan a dinamizar la actividad endógena de los espacios rurales por una mejor revalorización del potencial y por dar un valor añadido a las y los productores locales, de manera que un mayor precio a quien produce, convirtiéndose en un elemento de estímulo.
Por otro lado, los sellos ayudan a mejorar la seguridad y la calidad alimentaria, mediante la reducción del consumo de insumos fitosanitarios, la concienciación de quienes producen sobre su correcto manejo, las mejoras en los procesos transformadores de los productos agroalimentarios, y el fomento de métodos de producción amigables con el medio ambiente (lucha integrada...). De esta manera también contribuyen a la conservación del medio ambiente y de las características propias de los espacios rurales (paisaje, cultura, tradiciones,…), y a fomentar el principio del que “conserva cobra”, donde las y los productores que adoptan prácticas de conservación del medio ambiente tienen derecho a cobrar subvenciones o ayudas europeas, estatales, regionales.
El proceso de certificación impulsa el reconocimiento de las características y singularidades de la comarca, contribuyendo a una mayor identidad comarcal, tanto interna como externa, y facilitando su reconocimiento a la población consumidora.
Al fomento de la identidad comarcal debe añadírsele el impulso al asociacionismo entre las productoras y productores, creando organizaciones fuertes con el objetivo de defender sus derechos e intereses y de obtener mejores beneficios comerciales por sus productos certificados.
La creación de organizaciones de productores ayuda a mejorar la cooperación interterritorial (organizaciones de productores, instituciones públicas, empresas privadas,…) e intraterritorial (entre comarcas, del medio rural con el urbano, con otras regiones comunitarias,…).
Finalmente, los sellos de calidad diferenciada ayudan a mejorar la calidad de vida en el medio rural, diversificando su economía e incrementando sus ingresos, procurando un mayor cuidado ambiental, y fortaleciendo las redes sociales y de productores de la comarca.